Antes de comentar mi experiencia profesional en esta área, adelanto que voy a evitar, al menos de entrada, hablar de Trastornos o Etiquetas Diagnósticas, ya que tengo la intuición de que fuera del circuito académico y sanitario, dichas etiquetas hacen más mal que bien y a veces distorsionan la realidad.
He trabajado y trabajo con personas que sufren, que se sienten en crisis y/o personas que desean sentirse mejor.
Personas en duelo:
– Duelos por muerte (suicidio, accidente, enfermedad)
– Duelos por separación o divorcio.
– Duelos por proyectos no alcanzados (p.ej. maternidad).
…
Personas que han vivido situaciones traumáticas.
Personas con ideación suicida.
Personas que están viviendo situaciones conflictivas (familiares, laborales, escolares, de amistad…) y no saben cómo resolverlas.
Personas que se sienten estancadas en una situación y se hacen preguntas del tipo: ¿qué hago con mi vida? ¿hacia dónde voy?
Personas que se sienten perdidas, tristes, enfadadas, estafadas…
Personas atadas por la culpa o por el miedo.
Y termino con las minorías: personas que se ven raras, diferentes, que sienten que “no encajan”, que “no son como los demás” y esto les genera sufrimiento.
Todo eso que, siguiendo el DSM-5, podría diagnosticarse dentro de los apartados de:
Trastornos del estado de ánimo
Trastornos de ansiedad
Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés
Trastornos disociativos