TUS ZONAS ERRÓNEAS, LIBRO DE WAYNE W. DYER

TUS ZONAS ERRÓNEAS, LIBRO DE WAYNE W. DYER

Hoy me gustaría compartir con vosotros uno de los libros, de los llamados de “autoayuda”, más conocidos e interesantes. Se trata del libro de Wayne W.Dyer, Tus Zonas Erróneas.  Con este título, el autor hace referencia a aquellas zonas de la personalidad que nos bloquean e impiden alcanzar la felicidad como último objetivo; y como objetivo medio,  tratarnos con respeto y cariño.

En su libro, el autor describe toda una serie de comportamientos autodestructivos que nos hacen infelices, actos cotidianos que parecen normales, pero que en su esencia son perjudiciales (no se trata de graves perturbaciones psíquicas, sino de mensajes cotidianos que diariamente nos mandamos), y nos ofrece una serie de reflexiones en pos de facilitarnos la vida. Estas son algunas de ellas:

1. Aprende a convivir con los problemas.

Se trata de reconocer que los problemas, las preocupaciones forman parte de la vida. Si no lo hacemos lo único que conseguimos es añadir más frustración a nuestra existencia. La persona que es feliz no lo es por la ausencia de problemas, sino porque ha aprendido a vivir y a lidiar con ellos.

Además, todo problema lleva consigo una enseñanza; si sabes verla,  el problema te habrá servido para crecer y madurar.

Reflexiona:

– ¿Has aprendido a convivir con tus problemas?

-¿Cómo los recibes? ¿Con resistencia, resignación, enfado, aceptación, como algo que forma parte de la vida, te niegas a verlos, huyes de ellos, los temes, los buscas, parece que te persiguen, los afrontas con valentía, sientes que te creces ante ellos…?
– ¿Puedes ver algún valor en el hecho de vivir con problemas?
– ¿Tienes ejemplos en tu vida de algún problema que te sirviera para crecer personalmente?

2. Reconduce tus sentimientos.

El sentimiento sigue al pensamiento, así que si logras controlar tus pensamientos podrás reconducir tus emociones. Si eres capaz de enviarte pensamientos positivos, mensajes satisfactorios acerca de una situación que te resulta frustrante, conseguirás que la emoción sentida  te sea agradable. Si ves y piensas en positivo, sentirás también en positivo.

Reflexiona:

– ¿Piensas más en positivo o te dejas llevar fácilmente por la desesperanza?
– ¿Crees que se puede aprender a cambiar el “chip” y comenzar a pensar en positivo o crees que es ya es algo innato e inmodificable?
– ¿De qué crees que depende que una persona sea optimista o pesimista?

3. Vive el momento presente, es lo único que tienes.

Estamos acostumbrados a vivir pensando en el futuro, en la cantidad de cosas que me quedan por hacer, en lo que haré hoy para comer, en lo que haré el próximo fin de semana… y también somos especialistas en quedarnos atrapados en el pasado, añorando vivencias, recuerdos, personas queridas… Todo esto nos impide vivir lo único que tenemos, el presente.

Muchas veces esta evasión del presente hacia el pasado o el futuro radica en querer encontrar allí, en pasado y futuro, la felicidad que ahora nos parece no tener. Vivir el presente supone aceptar que el hoy es lo que me va a hacer feliz. Aprende a disfrutar de las pequeñas cosas de cada día, y descubrirás la gran riqueza que el presente tiene para ti.

Reflexiona:

– ¿En qué tiempo vives más: en el pasado, en el presente o en el futuro?

4. Quiérete a ti mismo.

Nos han educado para que amemos al prójimo, muchas veces sacrificando muchas de nuestras necesidades y deseos. El amar al otro no ha de pasar por olvidarnos de nosotros. ¿Cómo voy a amar al otro, si yo no me encuentro a gusto conmigo?

El quererse a  sí mismo supone aceptarse, que no resignarse. Supone aceptar las propias limitaciones como un acicate para mejorar, pero eso sí, como un acicate paciente ante el ritmo – a veces será más lento de lo que desearas -, y compasivo y comprensivo con los errores.

Algunos trucos:

– No rechaces ningún piropo o gesto afectivo, acéptalo con un “gracias” o un “cuánto me alegro de que pienses así”.
– Cada día dedícate unas horas (¡o al menos minutos!) para ti. Incluso aunque tengas mucho por hacer.
– Haz alguna actividad que te guste, por puro ocio. No llenes tu vida sólo con deberes.

Reflexiona:

– ¿Te encuentras bien contigo?

– ¿Podrías decir que te quieres?
– ¿Dedicas parte de tu tiempo a hacer algo por ti o para ti?
– ¿Te dedicas el suficiente tiempo?
– ¿Cuántas cosas dejas de hacer por complacer a los demás o por cumplir con las llamadas “obligaciones”?
– ¿Qué haces cuando te hacen un halago? ¿Lo recoges y lo agradeces  o lo rechazas con un “va, no es para tanto”?

5. ¿Por qué necesitas siempre la aprobación de los demás?

La búsqueda continua de la aprobación de los demás es una fuente de infelicidad si se convierte en una necesidad. Porque de esta forma te quedas muy expuesto a las opiniones de los demás y te haces dependiente de ellos, de sus opiniones y deseos, sacrificando tu verdadera personalidad.

La mayoría de las personas vivimos demasiado cara al público, demasiado pendientes de lo que los demás aceptan o esperan de nosotros… Esto nos lleva a una sensación de fracaso, porque no son nuestras metas las que buscamos, ni nuestra vida la que vivimos.

Algunos trucos:

– Acepta el hecho de que mucha gente ni siquiera te comprenderá y que eso no es malo.
– Puedes negarte a discutir o tratar de convencer  los demás de lo acertado de tu posición. Simplemente es tu elección y sólo es necesario que tú creas en ella.
– Intenta no buscar siempre el respaldo o aprobación del otro (pareja, padres, amigos…) y arriésgate a tomar decisiones por ti mismo o a mantener tu posición si es lo que deseas.
– Tampoco te vayas al otro extremo, no se trata de ser impermeable, esto sólo te convertiría en una persona inflexible.

Reflexiona:

– ¿Te ves demasiado dependiente del juicio de otras personas?
– ¿Sueles ser fiel a tus decisiones  o con facilidad sueles cambiar de postura cuando alguien te dice que no piensa igual?

6. Yo soy así, no tengo arreglo.

Seguro que más de una vez has pronunciado esta frase, incluso si me apuras, en el día de hoy. Con esto lo que haces es quedarte en tu conocida y obsoleta posición y rechazar cualquier posibilidad de cambio y de mejora. “Para qué intentar cambiar si yo soy así, es mi carácter, y no puedo evitarlo”, con esta frase lo que te estás diciendo es “yo soy así y pienso seguir siendo así”. Te propongo que no la vuelvas a decir, y que creas en tus posibilidades de mejora.

Reflexiona:

– ¿Te escuchas con frecuencia diciéndote cosas como: “así soy yo, y no puedo cambiar” “este es mi carácter y no puedo hacer nada por evitarlo”?
– ¿Puedes ver que con esta postura te estás impidiendo la posibilidad de cambiar y de mejorar?
– ¿Cómo te sientes tú cuando alguien te responde de esta manera?

7. Siempre me siento culpable.

La culpabilidad es de todas las zonas erróneas la más inútil y la que despilfarra mayor cantidad de energía emocional. Es una preocupación por el pasado y no existe culpabilidad por grande que sea que pueda cambiar la historia y que pueda resolver un problema.

La culpa es una técnica de evasión: es mucho más fácil quedarse inmovilizado por la culpa en el pasado, que emprender la senda de desarrollo y de crecimiento que se extiende en el presente.

Pero, ojo, esto no significa que no debas arrepentirte y aprender de tus equivocaciones.  La culpa sana consiste en reconocer tu error y corregirlo sin dejar por ello de autovalorarte y de mirar hacia delante.

Algunos trucos:

– Cuando el sentimiento de culpabilidad no te suelte, repítete esta frase: “mi sentimiento de culpa no cambiará el pasado ni hará que yo sea una persona mejor”.
– Pregúntate qué estás evitando en el presente por culpa del pasado.

Reflexiona:

– ¿Cómo es tu culpa: te deja seguir adelante con facilidad o te detiene en un paraje de dolor del que te cuesta salir?
– ¿Puedes dominar el sentimiento de culpabilidad o sientes que él te domina a ti?
– ¿Te ayuda a mejorar o te machaca?
– ¿Te sientes culpable de todo lo que ocurre a tu alrededor o sabes repartir las responsabilidades?

8. Don Perfecto /Doña Perfecta

¿Por qué ese empeño en ser Don Perfecto/Doña Perfecta? No permitas que el perfeccionismo te ahogue en metas inalcanzables ni que te dañe con sus críticas ni que te impida tomar parte en actividades que te pueden resultar placenteras aunque no tengas las habilidades que quisieras.

No confundas el perfeccionismo con el espíritu de superación.

Algunos trucos:

– Haz la prueba de realizar algunas de las cosas que siempre has rechazado por considerar que no eras demasiado buena.
– Cambia la idea de “hazlo lo mejor posible” por simplemente “hazlo”.

Reflexiona:

– ¿Te consideras perfeccionista?

– ¿Cómo lo vives?
– ¿Hay actividades que dejas de hacer, pese a que te gustaría, porque crees que no tienes el nivel adecuado?

9. El miedo al futuro.

Puedes pasarte el resto de tu vida preocupada por el futuro y por mucho que te agobies no cambiarás nada. Lo que consigues, además de angustiarte, es dejar de disfrutar del presente.

Reflexiona:

– ¿Te asusta el futuro? ¿Piensas en él con frecuencia y con agobio?
– ¿Cuáles son tus temores?
– ¿Logras algo preocupándote de esta manera?

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